Casi el 80% del territorio español es susceptible de convertirse en un desierto hacia finales de siglo por la actual tendencia a la sobreexplotación y la degradación del suelo, que se agravará con los efectos de sequía y altas temperaturas que trae el cambio climático.

Toda la vida de nuestro planeta depende de una delgada y fértil capa de tierra: el suelo que pisamos. Dicho sustrato nutre los bosques, los prados y los cultivos. Se trata de un recurso vital, limitado y no renovable, al menos en la escala de tiempo humana, pues se necesitan hasta 1.000 años para formar entre 2 y 3 centímetros de suelo fértil.

Somos conscientes de que no podemos vivir sin agua o sin comida pero, pese a su importancia, el suelo es un patrimonio muchas veces olvidado. Sus vitales funciones, desde el suministro de alimentos hasta la captura de carbono o el soporte de la biodiversidad, no son evidentes a simple vista. Quizá por eso, en las últimas décadas, la actividad humana lo ha degradado, erosionado y contaminado sin apenas límites.

Los efectos del cambio climático se sienten ya por toda la geografía mundial, pero cada región del mundo se ve amenazada de manera diferente. En el caso de España, las predicciones señalan un posible incremento de 4 a 6ºC en el interior de la Península entre 2070 y 2100, que implica un consecuente aumento del grado de aridez, además de una disminución de los recursos hídricos de las cuencas españolas. Así, en unos años el clima de España serán similares a los que pueden encontrarse hoy en día en el norte de África.

La acción combinada de ambos factores – disminución de precipitaciones y aumento de la temperatura- agravarán los procesos de desertificación en nuestro país y producirán la “aridificación” de buena parte de nuestros paisajes.

Basta un rápido vistazo a estos mapas de España para apreciar el riesgo de desertificación que tiene nuestro país y que afectará, en mayor o menor medida, a cerca del 80% del territorio a lo largo de este siglo.

 

Fuente: MAPAMA “Impactos del cambio climático en los procesos de desirtificación en España” (Informe del año 2016)

 

El cambio climático creará una tormenta perfecta, avivando muchos de los elementos que aceleran la desertificación: mayores temperaturas y menos lluvias, suelos más secos, incendios más grandes, frecuentes y devastadores…

Los distintos escenarios de cambio climático prevén que se agraven dichos problemas de forma generalizada y, especialmente, en la España de clima mediterráneo seco y semiárido, ubicada además en una de las zonas más vulnerables al cambio climático del mundo: la cuenca mediterránea.

A medida que cambian los ecosistemas y se extienden los desiertos, la producción de alimentos disminuye, las fuentes de agua se secan e incluso las poblaciones pueden verse forzadas a trasladarse.

Porque debemos evitar que España se convierta en un desierto, el 24 de marzo apagaremos la luz en la Hora del Planeta.

Y tú, ¿por qué apagas?